sábado, 2 de julio de 2016

EL DILUVIO UNIVERSAL


En la Historia del hombre siempre ha habido hechos puntuales que se convierten en hitos importantes a partir de los cuales establecer un antes y un después. En la cultura greco-latina la guerra de Troya fue el acontecimiento determinante para establecer el punto de inflexión durante generaciones, en nuestra cultura occidental actualmente ostenta este puesto de honor, el nacimiento de Jesús, mientras que en la tradición hebrea esta función es la que tuvo, durante mucho tiempo, el popularmente conocido Diluvio Universal. 

Un hecho, este del diluvio, que no ha gozado de mucha credibilidad en la mente escéptica del hombre moderno por lo inverosímil del relato, ya que, como todos sabemos, la supervivencia de la humanidad y de todas las especies de animales dependía de un solo hombre y su impresionante Arca. Un relato que nos llega por distintas vías, como la hebrea, cuyo personaje principal es Noé (Genesis, 6-8), o la sumerio-acadia, en la que encontramos como protagonistas al sumerio Ziusudra (Tablilla de Nippur) o al Atrahasis acadio (Tablilla, ME-78941, II milenio a.C.).

Flavio Josefo en sus Antigüedades añade un dato curioso a esta historia, ya que comenta que un tal Nicolao Damasceno en el libro 96 cuenta que “sobre la región de los Minias hay un gran monte, cuyo nombre es Baris, en el cual dicen que en tiempo del diluvio se salvaron muchos que allí se acogieron, y que uno trayendo una arca quedo detenido en la cumbre de este monte, y las reliquias de la madera de ella duraron por luengo tiempo” (Josefo, Antigüedades, Libro I, Cap. III, versión del s.XVII).

Como vemos la historia de Noé, o como quiera que se llamara o no se llamara este personaje, estaba muy popularizada por toda el área de Asia Menor, desde el III-II milenio a.C., hasta el siglo I d.C.,  pues la hazaña es recogida por otros autores como Beroso, Mnaseas o Hieronimo Egipcio, y según Josefo, "muchos otros".

Pero a nosotros lo que realmente nos interesa es descubrir el origen de este relato en concentro, sin desechar la existencia de relatos parecidos en otras culturas del globo.



Lo lógico sería pensar que la historia es sumeria puesto que la cronología de las tablillas donde se narra es anterior a los relatos bíblicos de los hebreos. Sin embargo, es posible que sea una herencia de otras culturas anteriores, asentadas en Mesopotamia tras el diluvio, ya que los sumerios se instalan en Mesopotamia hacia el 3.800 a.C. asimilando el substrato neolítico-calcolítico de la zona, que en ese momento se identifica como cultura de El Obeid.

En todos los relatos se menciona una montaña como lugar de acogida del Arca de Noe. En la Biblia es el monte Ararat, identificado con el Agri Dagi actual (Turquía oriental), tal vez por su proximidad a Mesopotamia. Pero en otros relatos se mencionan otros nombres que no sabemos si coinciden con esta montaña en concreto, ya que se desconoce su ubicación. En el poema de Gilgamesh se llama Nisir, y según hemos visto más arriba Nicolao Damasceno le da el nombre de Monte Baris.

Lo que está claro es que, según lo visto, Noé y su descendencia, no fueron los únicos que se salvaron del diluvio, y que otras gentes subieron a las elevaciones más altas de la zona en busca de resguardo. Seguramente los montes caucásicos, situados más al norte del monte Ararat, también se poblarían de refugiados.

Actualmente, cada vez más, hay más investigadores que señalan que el diluvio pudo ser un hecho real, ocurrido en todo el planeta, aunque, puntualmente algunas áreas geográficas se vieron más afectadas que otras. Como es el caso del Caucaso, donde especialista rusos afirman que el mar de Azov, antiguo lago Meotis, se debió originar hacia el 5.600 a.C. a consecuencia del diluvio, anegando muchos yacimientos de época neolítica. La causa que originó el diluvio todavía sigue siendo una incógnita, aunque bien pudiera estar en relación con los cambios climáticos asociados al último período glaciar, Dryas Reciente (12.900-11.500 a.C.), y el inicio del Holoceno y de la agricultura en el Creciente Fértil.

A este respecto quiero traer una cita de Plinio que es bastante ilustrativa de la cantidad de pueblos diferentes que debieron subir a las grandes elevaciones caucásicas, ya que comenta que antiguamente había una ciudad en la Colquide (Caucaso occidental) llamada Dioscuriade, muy famosa en el s. III a.C., o antes, aunque ya abandonada, porque en ella, según Timostenes,  acudían 300 naciones con sus diferentes lenguas para tratar distintos asuntos, y que los romanos necesitaron 130 intérpretes para recabar información de la zona (Plinio, H.M. Libro VI, Cap. V).


Por tanto, si el diluvio acaeció en la etapa neolítico, como así parecen que todo apunta, el relato del gran diluvio tuvo tiempo suficiente para bajar de las grandes elevaciones del norte, donde se supone se hallaban los supervivientes de la catástrofe, hasta Mesopotamia, donde sería perpetuado posteriormente por la escritura cuneiforme de los sumerios, primero, y por la variante monoteísta hebrea después.

Resumiendo, es casi seguro que el diluvio se produjera de manera universal como consecuencia del cambio climático que tuvo lugar al inicio del Holoceno, anegando grandes extensiones de terreno, al menos en algunas latitudes del globo, lo que provocó una emigración masiva de gentes a las montañas más cercanas, como las caucásicas, donde se refugiaron durante un tiempo, algunas incluso se debieron asentar para siempre, transcurrido el cual migraron nuevamente en todas direcciones, llevando consigo el recuerdo impresionante del gran diluvio y de la montaña de las mil lenguas, relatos que en la llanura mesopotámica y con el paso del tiempo se convierten en míticos y legendarios, adquiriendo connotaciones extraordinarias, y añadiendo elementos fabulosos a la historia como el gran arca y la gran torre (la de Babel).  




La foto que traigo para ilustrar este relato procede de un yacimiento situado en Azerbayan ,Caucaso oriental, llamado Gobustan. Se trata de unos grabados rupestres realizados hace unos 10.000 años a.C. que representan escenas de la vida cotidiana y que guardan ciertas similitudes tanto con la cultura sumerio-acadia como con la Escandinava según el investigador noruego Thor Heyerdahl. Además, el Caucaso, es una de las zonas donde el Neolítico penetra muy tempranamente.